Nuestra intención era salir a las 8 para Samaná pero como es típico nos aperezamos y nos terminan dando las 9. Primero hacemos paradaen la Sirena. Allí tenemos que ir a Orange para sacarme por fin una tarjeta dominicana y para que Zita se entere de los planes de datos. Mi sorpresa se da cuando la chica que me hace la tarjeta no me pide el terminal español para asociarle su Imei, si no que lo hace directamente con el dominicano. esto quiere decir que si el personal de la última vez hubiera sido eficiente ya tendría número desde hace casi un mes.Después entramos a comprar comida que nos sirva para picar en el coche y desayunar. Galleticas, barras de cereal, plátanos, zumo de naranja, pan de molde....finalmente subimos a la planta del restaurante y cogemos la comida. Yo opto por hacerme una ensalada de las que llevan de todo un poco ya que seguro que durante el viaje este tipo de comida escasea. Zita y Mar optan por un plato de pasta que les preparan al momento con los ingredientes que pidan. Las raciones son grandes y no se las terminan, así que se las llevan para comerlas a la noche.Mar y zita son. distintas en muchas cosas y una de ellas es en la comida. Mar come bastante, nunca dice que no si se trata de comer, sin embargo Zita es todo lo contrario, a los dos minutos de empezar dice que está llena y empieza a darle vueltas a la comida en el plato.
Salimos de la Sirena y ahora sí que comienza nuestro viaje.Vamos guiadas por el Google Maps del móvil.Cuando cogemos la autopista Zita empieza a notar que el coche se le va. Yo también lo empiezo a notar y comienza la tensión. No puedo evitar que cada vez que se le va pego un suspiro.
Vamos despacio y pendientes de parar en el primer sitio de reparación de carros que encontremos. siguiendo la ley de Murphy no encontramos ninguno y en uno nos dicen que tenemos que desviarnos a un pueblo llamado Cotuy donde encontraremos un taller.
Llegamos en el pueblo y preguntamos. Afortunadamente encontramos uno donde el señor nos atiende amablemente. Se monta en el carro para comprobar lo que le pasa, detecta el fallo.Parece ser que una tuerca de la dirección estaba a punto de soltarse porque había perdido un candado que la sujetaba. Nos ofrece una silla mientras coge el gato para levantar el carro y se pone a arreglarlo. Le lleva un rato y cuando termina vielve a montarse para dar otra vuelta y comprobar que va bien.
Parece ser que así es. El carro está medio trucado y no rebasa los 120 km por hora entre otras cosas.
Durante la vuelta de revisión, Mar comenta que necesitaría ir al baño, el hombre ni corto ni perezoso nos para en una bomba para que bajemos, ya que esas necesidades no pueden hacerse esperar. El baño está bastante indecente pero la necesidad impera.
A la hora de pagarle nos tememos lo peor pero sin embargo no abusa y nos cobra 700 pesos, unos 13 euros.
DEsde allí continuamos viaje, como nos hemos desviado a Cotuy nuestra ruta cambia. Nos metemos por unos caminos medio asfaltados, parece que estamos atravesando un parque natural. Por supuesto ni un alma por la carretera. Salimos a un pueblo por fin y preguntamos. Nos dirigen por otra carretera que también necesita un buen asfaltado, nos encontramos un rebaño de vacas. Y finalmente llegamos a la autopista. Menos mal que nos paramos en la bomba a preguntar porque habíamos cogido dirección contraria, sentido Santo Domingo.
Esta autopista es la más nueva del país y cruce el parque natural de los Haitises.
Después de un largo viaje llegamos a Samaná sobre las 9.
Allí tenemos que buscar la parroquia, no nos cuesta encontrarla ya que está justo al comienzo del malecón.Es un edificio blanco moderno pero que imita a las construcciones antiguas.
Al lado de la parroquia localizamos la casa parroquial. Allí tenemos que preguntar por el párroco, que es el padre Benito o por el padre Martín.
Me bajo yo a preguntar y nos atiende primero el padre Martín y después el padre Benito. Le deimos que somos las españolas que venimos de parte de Máxima.
Nos vamos a alojar en una casa de acogida que parece que perteneció a una comunidad de religiosas que tuvieron que dejarla por falta de vocaciones. Ahora la utilizan como albergue para obtener algún ingreso extra para la parroquia.
Nos lleva hasta la casa, que está doblando la esquina.
Es una planta entera donde hay 4 habitaciones, una sala, terraza y cocina.
Somos tres así que tenemos una habitación para cada una y compartiremos el baño que hay.
El sitio está bien, está limpio y para 4 noches es lo justo.
Nos despedimos del padre que nos deja todas las llaves y nos indica que podemos cenar en un restaurante chino que está en lo alto de un cerro.
Dejamos los equipajes y nos vamos para allá.
El sitio es tambien hotel. Está cenando una familia, algunos de ellos son norteamericanos. El lugar está regentado también por dominicanos.
Nos permiten conectarnos a la WIFI mientras preparan los platos que hemos pedido.Un variado: Ensalada de pollo, tallarines, pescado. Las raciones son abundantes y nos sobra comida que mandamos que nos pongan para llevar.
Nos retiramos a la casa y desde allí directas a la cama. El día de viaje ha sido largo pero lo importante es que hemos llegado a nuestro destino.
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