viernes, 5 de julio de 2013

Día 4.Santo Domingo

Hoy el día amaneció soleado, amenaza el calor.Hoy nos toca coger solas la guagüita  29 para ir a visitar la oficina de Intered y el Centro Cultural Poveda. Rubén nos la para con un silbido y subimos.
 Va más llena que ayer, así que nos encajamos donde podemos.Hoy toca pagar de atrás hacia adelante, la gente va pasando el dinero e indicando lo que le tienen que devolver o va cogiendo la vuelta si es posible.Nos bajamos en la Bomba, última parada, que recibe su nombre por un cañón que hay allí.Intentamos seguir las indicaciones que nos dio Bea ayer puesto que las de Pilar no nos habían quedado muy claras.Todavía no estamos familiarizadas con el concepto de cuadras y esquinas que es la manera de indicar aquí direcciones.Tenemos la referencia de una farmacia pero nos encontramos con el problema de que la calle está llena de ellas, así que preguntamos y nos indican que se trata de la segunda calle.Seguimos esta indicación pero seguimos perdidas.
Después de un par de llamadas a Pilar y jugar un rato al ratón y al gato, conseguimos encontrarnos y llegar a las oficinas de InteRed. Allí estaban a tope empaquetando todos los papeles que Pilar se iba a llevar a España esa misma tarde y por supuesto ya nos tenían encomendada la labor de plastificar dichos paquetes con el film de los alimentos. En ese momento recibimos la llamada de Agustín preguntando dónde estábamos y nos damos cuenta de que la comunicación no es el fuerte de este grupo. Pilar desconocía los planes de salir a la calle a buscar chicos y Agustín el que estuviéramos en InteRed así que finalmente Pilar nos lleva al Poveda para que nos lo enseñen, ella regresa a sus paquetes y después de una completa ronda de presentaciones a todo el personal nos acompañan a la calle del Conde a comer en el Pollo Loco ,en este caso ensalada César,  y después tendremos que coger la guagüita 29 para llegar al centro de día.
Nuevo viaje, en el que seguimos aprendiendo  las normas de uso de este medio de transporte:
-El dinero se pasa al conductor de atrás a delante
-Si no dan el importe justo indican la vuelta que tienen que recibir gritándolo de uno a otro y si no se encargan de recordarle al conductor que no les ha dado la vuelta
 -Para que pare se da un grito “!Cuando pueda!”,”!en la próxima esquina!” o un golpe en la carrocería.
-Como el espacio es limitado y hay que salir por el agujero de la puerta puede ser necesario levantarse y salir para dejar pasar a la otra persona.
 La gente es muy amable y nos indican dónde tenemos que bajarnos. 
Llegamos al centro donde nos espera Rubén y nos avisa de que Epi llegará en 20 minutos y recogerá nuestras maletas para dejarlas en casa de Gladys, la directora de “Niños del Camino”.
Después salimos con Rubén a la calle, nuestro tercer viaje en la 29.En este caso además con parada obligada puesto que pincha en la Duarte y tenemos que coger otra. Nos damos una vuelta por el parque de la Independencia, pero no vemos a ningún muchacho y cambiamos de zona.
Para ello usamos un carrito, son taxis compartidos por 6 personas que tienen una ruta definida y salen cuando están completos. El viaje cuesta 25 pesos como en la guagüita. Volvemos a la avenida donde estaba el Pica Pollo, cerca de la universidad y allí encontramos a un grupo de 4 chavales con los que hablamos y que quedan en ir al centro mañana. Un policía se acerca en su moto pensando que los chicos nos están molestando. Desde allí acompañamos a Rubén a la universidad. El campus es parecido a los españoles, zonas verdes y edificios de facultades de las distintas carreras. Me llama la atención sus apuntes de matemáticas básicas, unos ejercicios de ecuaciones de primer y segundo grado y sistemas típicos de un 2º ESO español. 
Cogemos el metro para encontrarnos con Bea e ir a las oficinas donde nos espera Gladys con las maletas para llevarnos a su casa. Después de una espera de una horita en una sala al lado de su despacho amenizada por la lectura de unos folletos y la memoria 2010 de “niños del Camino”, salimos en su carro, un viejo Nissan automático, hacia su casa. Hacemos parada en el supermercado “Nacional” donde venden productos españoles como embutido, aceitunas, aceite…Gladys nos dice que en su casa sólo hay productos muy dominicanos que probablemente no nos gusten. A Ana le llama la atención que Gladys utiliza un hierro para bloquear el volante como los que se usaban antaño en España.
Llegamos a su piso, en una cuarta planta sin ascensor de una zona residencial al lado del Malecón. Vive sola en una casa de tres habitaciones y nos cuenta cosas sobre su vida y sus sueños de comprar el día de mañana una casa en un pueblo. Cenamos un poco, platicamos un ratillo y nos vamos a descansar.    

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