Suena el despertador a las 5 y llamo al taxista para que
pase a las 5:30. Gladys está ya levantada, me había dicho que iba a estar
trabajando por la noche en unos documentos
y efectivamente así ha sido. El taxista avisa que ya está aquí, esta vez
ha sido rápido. Me despido de Gladys que nos da las últimas recomendaciones y
salimos hacia la estación. En este caso el viaje es rápido, hay poco tráfico y
llegamos antes de las 6.
La estación es a la europea con taquillas, sala de
espera, cafetería y wifi y los autobusesde Caribe Tours también son de lujo. El aire
acondicionado siberiano para variar. Me pongo chaqueta, pañuelo y toalla por
encima y no me sobra nada. El bus va completo. El viaje a Santiago dura unas
dos horas. Llegamos y nos sentamos a esperar por la furgoneta que traerá a
Máxima y sus jóvenes a buscarnos.Mientras tanto compramos en un puesto algo
para comer. Ana, unas empanadillas de pollo y yo un bowl de fruta.
Antes de
terminarlo veo como hacen su entrada en la estación Máxima acompañada por
Wanda, Emmanuel, Daniela, Sita, Merlin y Disneiri. Alguna de estas niñas se han ganado el viaje
como premio a su regularidad en la asistencia a una formación de voluntariado. Sita
es una estudiante barcelonesa de trabajo social que está haciendo sus prácticas
en el Centro Paula Escaño desde enero y que ha adquirido un acento dominicano
que nos hace preguntarla si realmente es española. Ronda de presentaciones,
parada para ir al baño y comprar algo para comer y salida hacia los 27 charcos
de Damajagua (http://www.27charcos.com/index.php)
Una ruta que consiste en subir andando hasta una determinada altura y luego ir
bajando saltando hasta 27 charcos. Este año no ha llovido mucho así que sólo se
pueden hacer 12.Te equipan con un chaleco salvavidas y un casco y a disfrutar
de la naturaleza y la experiencia. Máxima se queda en la furgoneta puesto que
está un poco mal de las rodillas pero el resto, incluído el chófer comenzamos
la ruta.
Al poco de salir sufrimos la baja de este último, parece que el hombre
al ver la cuesta se ha echado atrás.El resto subimos, unos con más energía que
otros siguiendo a nuestro guía Franklin, que no es de muchas palabras. El
paisaje es de bosque tropical y llegamos mojados por la lluvia al primer salto
que es un tobogán de roca. Nos dan unas instrucciones básicas y comenzamos la experiencia acuática bien. El
siguiente es más complicado, tienes la opción de tobogán o de tirarte al vacío.
La mayoría nos hacemos los valientes y optamos por la
segunda . Primero se tira una de las niñas. Yo voy en segundo lugar, al mirar
hacia abajo me empiezo a arrepentir de la decisión pero ya no hay marcha
atrás.Intento seguir las instrucciones pero al llegar al agua me voy un poco
hacia un lado y pego con el costado izquierdo. Siento el golpe al caer y me
pongo un poco nerviosa. Además pierdo la lentilla del ojo derecho. Salgo del
agua dolorida por el golpe y con pocas ganas de seguir pero el show debe
continuar. Menos mal que el resto del recorrido es más light, toboganes
tranquilos y en el último salto, también bastante alto, existen unas escaleras.
El resto se lo pasa genial e incluso se tiran varias veces en alguno de los
charcos. Yo en ese momento agradezco que el tour haya terminado. Nos toca
volver andando hasta la furgoneta, allí nos secamos y continuamos camino de
Puerto Plata para comer en la playa.
Nos sentamos en el césped con vistas al
mar y compartimos la comida que han traído: arroz, pollo frito, yuca, pollo
guisado, tortilla, salami,mangú (puré de plátano)… y de postre bizcocho que
había sobrado de la graduación de voluntarios del viernes. Todo muy rico. Justo
cuando terminamos empieza a llover, aun así alguna de las chicas se van al mar
a bañarse, el resto nos refugiamos en la furgoneta, yo ya he tenido suficiente
agua por este día.
Emprendemos el camino a Partido, haciendo una parada cerca
de Santiago donde dejamos a Ana para que
coja una guagua de regreso a Santo Domingo. El viaje dura unas dos horas y
media. De vez en cuando me cuentan cosas del centro Paula Escaño, la biblioteca
y los pueblos que vamos pasando. Cuando las niñas hablan, parece que están
recitando algo que se hayan aprendido de memoria.
Sobre las cinco y media
entramos en el pueblo, vamos dejando a cada uno en su casa y finalmente
llegamos a la mía. Lo primero que me sorprende es el tamaño,una gran entrada
con una verja, césped y un porche. Dentro un salón comedor con la cocina, un
baño, otro porche trasero y una segunda planta donde están las
habitaciones.Tienen una habitación para cada uno de sus dos hijos, la de los
invitados que será la mía y la suya que es como la suite de un hotel con baño
dentro y salida a un balcón. Para mí un mini Falcon Crest dominicano. Yo que me
esperaba una casita de madera pequeña.
Mi familia dominicana son Argentina y su marido
Fefelo que lleva un supermercado que está al lado de la casa que es un negocio
familiar. Su hija mayor estudió administración de empresas y trabaja en
Santiago y su hijo Elvis vive con ellos. También vive en la casa su sobrino
Elías. En la casa de al lado vive el papá de Fefelo y su hermano, que también
trabajan en el negocio. Argentina me enseña la habitación, me comenta que
también tuvo alojada a una haitiana y me ayuda a hacer la cama y colocar la
ropa en el armario. La mayoría está bastante arrugada después de una semana en
la maleta y me comenta que una señora le plancha, que cuando venga le de mi
ropa. Después me doy una ducha, como es
verano el agua caliente no la tienen encendida así que todo serán duchas
fresquitas. Me tumbo un rato y bajo a cenar.
Argentina está haciendo una dieta
para perder peso y me comenta con orgullo que ya ha bajado 25 libras. Me dice
que la trata una médica cubana en Santiago que es psicóloga y bariatra ,
especialidad equivalente a dietista nutricionista. Me da una alegría cuando me
dice que come mucha ensalada. Para le cena prepara además salami, yuca y huevos
criollos de las gallinas que tienen en la finca para que los pruebe, porque
además poseen una finca donde tienen dos yeguas porque montan a caballo. Algún día
me invitarán a ir. Después de la cena me
ofrece el portátil de los chicos puesto que no conocen la contraseña de la wifi
y no puedo usar el mío y me saca al balcón a una mecedora. Al rato llega
Fefelo, un dominicano de apariencia europea. Me habla de que sabe imitar muy
bien el acento español que ya me hará una demostración. Elías me pregunta si me
gustan las culebras porque tiene el vídeo de una en el móvil. Le informo de que
no me gustan en absoluto pero no duda en mostrarme el vídeo en el móvil, que
termina con el típico susto.
Por las
noches se celebran partidos de basket y acompaño a Argentina a verlo. Pasamos
por la casa del hermano y papá de Fefelo y allí hablo un rato con el hermano que
ha vivido en Nueva York y su cuñada mientras Argentina le pone la insulina al
papá. Seguimos camino al campo. Hoy
juegan dos buenos equipos: “Los Magos” contra “los Reyes”, equipo patrocinado
por el negocio de la familia. Hay mucha animación, casi todo el pueblo está
allí y Argentina conoce a mucha gente y me presenta. Compruebo que le encanta
ver el partido y se pone nerviosa y aplaude las canastas de su equipo que
finalmente gana. Volvemos a casa con unas grandes ganas de coger la cama y
descansar, el día ha sido muy largo.
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